jueves, 7 de noviembre de 2013

TEMA 5: La implantación del estado liberal: las regencias (1833-43)


2. La implantación del estado liberal: las regencias (1833-43).

2.1 Los liberales y la regencia de María Cristina (1833-40)
2.1.a El Estatuto Real de 1834
2.1.b La escisión de los liberales: progresistas y moderados
2.2 Los progresistas en el poder (1835-37)
2.2.a La desamortización de Mendizábal
2.2.b La Constitución progresista de 1837
2.3 La hegemonía moderada (1837-40)
2.4 La regencia de Espartero (1841-43)



    1. Los liberales y la regencia de María Cristina (1833-40)
La Regencia de Mª Cristina (1833-1840): Ante la minoría de edad de Isabel, María Cristina de Borbón asumió la Regencia a la muerte de su marido Fernando VII en 1833. Pese a que la Regente no se identificaba con su ideario, los liberales se configuraron como la única fuerza capaz de mantenerla en el trono. Así, María Cristina llamó a Martínez de la Rosa, un liberal moderado, a formar un gobierno que hiciera frente a la insurrección carlista. Martínez de la Rosa emprendió una serie de reformas muy moderadas.

2.1.a El Estatuto Real de 1834
Entre ellas destacó el Estatuto Real en 1834, Carta Otorgada, concedida por la voluntad de la Regente, en la que se conceden algunas reformas: Se establecieron unas Cortes bicamerales formadas por la Cámara de Próceres, constituida por los Grandes de España y otros designados de forma vitalicia por el monarca, y la Cámara de Procuradores, elegida mediante un sufragio censitario muy restringido, sólo  los varones de más de treinta años que poseyeran una renta superior a doce mil reales anuales tenían derecho de voto. Estas Cámaras tenían funciones muy limitadas. El monarca mantenía importantes poderes: podía convocar y suspender Cortes cuando quisiera y cualquier ley, además de la aprobación de las Cámaras necesitaba el consentimiento del rey (derecho de veto). La insuficiencia de las reformas de Martínez de la Rosa, en un contexto de guerra civil contra los carlistas, llevó a que los liberales terminaran por escindirse en dos grupos: moderados y progresistas.
2.1.b La escisión de los liberales: progresistas y moderados
Inmediatamente después de conocerse la muerte de Fernando VII, en septiembre de 1833, se iniciaron levantamientos armados a favor del pretendiente Carlos Mª Isisdro. Comenzaba una larga guerra civil que iba a durar siete años.
En el bando isabelino se agruparon:
  • las altas jerarquías del ejército
  • la Iglesia y el Estado
  • a ellos se unieron los liberales, que vieron en la defensa de los derechos de Isabel la posibilidad del triunfo de sus ideales.

En el bando carlista se agruparon todos los que se oponían a la revolución liberal:
  • pequeños nobles rurales
  • parte del bajo clero
  • muchos campesinos de determinadas zonas del país, muy influenciados por los sermones de sus párrocos y para los que el  liberalismo venía a suponer simplemente un aumento de impuestos.

Todos estos grupos identificaron sus intereses con la defensa de los derechos al trono de Carlos y los ideales que el pretendiente defendía, el absolutismo y el inmovilismo absoluto. El carlismo, tuvo fuerte influencia en Navarra, Vascongadas, zona al norte del Ebro, y el Maestrazgo, en las provincias de Castellón y Teruel. El programa ideológico-político del carlismo se podía sintetizar en el lema “Dios, Patria, Fueros, Rey”.

Estos son los principales elementos del programa político de los Carlistas:
- Oposición radical a las reformas liberales. Inmovilismo
- Defensa de la monarquía absoluta
- Tradicionalismo católico y defensa de los intereses de la Iglesia
- Defensa de los fueros vasco-navarros, amenazados por las reformas igualitarias y centralistas de los liberales.


La guerra en el terreno bélico tuvo dos grandes personajes: el carlista Zumalacárregui, muerto en el sitio de Bilbao en 1835, y el liberal Espartero. Tras unos primeros años de incierto resultado, a partir de 1837, las derrotas carlistas fueron continuas y Don Carlos terminó huyendo a Francia. La guerra concluyó con el denominado Convenio o Abrazo de Vergara (1839). Acuerdo firmado por Espartero y Maroto, principal líder carlista tras la muerte de Zumalacárregui. En el acuerdo se reconocieron los grados militares de los que habían luchado en el ejército carlista y se hizo una ambigua promesa de respeto de los fueros vasco-navarros. La guerra continuó en el Maestrazgo castellonense hasta que el general Cabrera fue derrotado en Morella (1840).

La división del liberalismo
Durante la Regencia de Mª Cristina, culminó también la división del liberalismo español, iniciada en el Trienio Liberal.

  • Los liberales progresistas, antiguos exaltados, mantendrán hasta 1868 el siguiente ideario:
-Limitación del poder de la Corona
-Ampliación del sistema de libertades
-Defensores de reformas radicales como la desamortización de los bienes eclesiásticos y de los ayuntamientos.
-Ampliación del cuerpo electoral. Defienden un voto censitario más amplio.
-Elección popular de alcaldes y concejales en los ayuntamientos.
-Liberalismo económico y reducción de la protección arancelaria.
-Constitución de un cuerpo armado, la Milicia Nacional, como garante de las libertades.

Los progresistas concentraron su apoyo social en las clases medias urbanas: artesanos, tenderos, empleados... Sus principales dirigentes fueron Espartero, Mendizábal, Madoz y Prim. A lo largo del reinado de Isabel II y la regencia de su madre María Cristina solo estuvieron en el poder durante breves períodos: 1835-1844 y 1854-56 (Bienio progresista). La mejor concreción de su programa fue la Constitución de 1837.

  • Los liberales moderados, antiguos doceañistas en el Trienio, plantearon un programa mucho más conservador:
-Orden y autoridad fuerte: fortalecimiento del poder del rey y restricción de las libertades.
-Rechazo de las reformas que pusieran en cuestión sus propiedades, veían el exceso de libertad como un peligro al poder ser utilizada por las clases populares. No obstante, tras las desamortizaciones realizadas por los progresistas, no trataron de devolver sus propiedades al clero o a los ayuntamientos.

-Sufragio censitario restringido.
-Designación de los ayuntamientos por el gobierno central.
-Supresión de la Milicia Nacional.

Este programa se concretó en la Constitución de 1845, Ley de Ayuntamientos de 1845 y Ley Electoral de 1846. Su apoyo social residía en las clases altas del país: terratenientes, grandes industriales, burguesía financiera y comercial. Sus principales dirigentes fueron Martínez de la Rosa, el general Narváez y Alejandro Mon.


La escisión de los liberales
Moderados (doceañistas)
  • Orden y autoridad fuerte fortalecimiento del poder del rey
  • Restricción de las libertades
(veían el exceso de libertad como un peligro utilizable por las clases populares).
  • Rechazo de las reformas que pusieran en cuestión sus propiedades.
(No obstante, tras las desamortizaciones de los progresistas, no trataron de devolver sus propiedades al clero o a los ayuntamientos).
  • Sufragio censitario restringido.
  • Designación de los ayuntamientos por el gobierno central.



  • Supresión de la Milicia Nacional.

  • Defensa Iglesia católica

Progresistas (exaltados)
  • Limitación del poder de la Corona

  • Ampliación del sistema de libertades


  • Defensores de reformas agrarias como la desamortización de los bienes eclesiásticos y de los ayuntamientos.


  • Ampliación del cuerpo electoral. Defienden un voto censitario más amplio.
  • Elección popular de alcaldes y concejales en los ayuntamientos.
  • Liberalismo económico y reducción de la protección arancelaria.

  • Constitución de un cuerpo armado, la Milicia Nacional, garante de libertades.
  • Tolerancia religiosa

Moderados
  • clases altas
  • terratenientes
  • grandes industriales
  • burguesía financiera y comercial
  • católicos

Progresistas
  • clases medias urbanas
  • artesanos, tenderos, …
  • empleados y funcionarios
  • oficiales ejército
  • Intelectuales



    1. Los progresistas en el poder (1835-37)

2.2.a La desamortización de Mendizábal
La desamortización, forma parte del proceso de “revolución agraria” que acompaña a la revolución industrial y al desarrollo del capitalismo y tiene como objetivo un cambio en la estructura de la propiedad agraria con el fin de facilitar su liberalización y eliminar los obstáculos que la agricultura oponía al desarrollo económico general.
Supone, por tanto, uno de los fenómenos más interesantes e importantes del proceso de construcción del sistema liberal en España.
La agricultura era en el Antiguo Régimen y durante bastante tiempo en el Nuevo Régimen la base de la economía; la propiedad de la tierra su elemento principal.
El paso del Antiguo al Nuevo Régimen tiene un elemento fundamental en el cambio de estructura en la propiedad de la tierra. De la propiedad “feudal”a la propiedad capitalista.
En el Antiguo Régimen la propiedad de la tierra estaba en su mayor parte amortizada; es decir vinculada a instituciones como la nobleza (a través del mayorazgo), la Iglesia, los Ayuntamientos (bienes propios y bienes comunes) y el propio Estado. Al estar vinculadas a instituciones estas tierras no se podían vender, dividir, etc., es decir, estaban fuera de los mecanismos capitalistas.
Los ilustrados consideraron que esta forma de propiedad era poco racional e impedía una explotación y unos rendimientos más intensivos, por ello denominaron a estos beneficiarios "manos muertas”.
Ahora se van a desvincular las tierras de la nobleza y desamortizar los bienes eclesiásticos y municipales.
Desamortización es lo contrario de “amortización”: La amortización es un régimen de propiedad inamovible, por el cual el bien poseído pertenece más a la persona jurídica (Título, convento, municipio) que a la física. Su poseedor o poseedores, aunque pueden hacer uso de él, no pueden enajenarlo, ni venderlo, ni repartirlo entre los herederos, ni le puede ser embargado. L
la amortización podía ser municipal, eclesiástica o señorial. A esta última pertenece la institución de mayorazgo que obligaba a dejar la herencia al primogénito (había sido la fórmula por la que las casas nobiliarias habían podido consolidar sus patrimonios). La desvinculación de las tierras de la nobleza supuso la abolición de los señoríos y la supresión de los mayorazgos.

En la España del Antiguo Régimen, aproximadamente el 60% de las tierras estaban amortizadas o pertenecían, en el lenguaje de la época a manos muertas.
Este hecho ya fue muy criticado por los ilustrados del siglo XVIII que veían en él uno de los factores del estancamiento agrario y, por tanto del inmovilismo económico, es decir, de la falta de progreso (solo progresa aquello que puede moverse). Para la doctrina liberal la libertad de producción y de propiedad es fundamental para alcanzar el objetivo final de la felicidad de los individuos.

En sentido literal: la transformación de la propiedad amortizada en libre.
En sentido histórico: Incautación estatal de bienes raíces de propiedad colectiva amortizada, bien eclesiástica o bien civil, que, tras la correspondiente nacionalización y posterior venta, pasan a formar una propiedad nueva, privada, con plena libertad de uso y disposición.
Es, por lo tanto, un proceso político y económico de larga duración en España, en el cual, la acción estatal convirtió en bienes nacionales las propiedades y derechos que hasta entonces habían constituido el patrimonio amortizado (sustraído al mercado libre) de diversas entidades civiles y eclesiásticas para enajenarlos inmediatamente en favor de ciudadanos individuales.
La desamortización no es un acto aislado, sino un proceso histórico que va a abarcar gran parte del siglo XIX.
Por una parte, se producían en distintos momentos las medidas legislativas y posteriormente el grueso de las ventas se producía en los decenios siguientes.
Por otra parte, hay que constatar que las medidas legislativas desamortizadoras coinciden con gobiernos progresistas, que se caracterizan por sus reformas económicas (Cortes de Cádiz, Trienio Liberal, Mendizábal o Madoz) mientras que los conservadores se caracterizan por sus reformas administrativas y estatales.

ANTECEDENTES:
Ya en la época de Godoy se inició un proceso desamortizador al permitir la venta al estado de tierras de la iglesia a cambio de vales reales (deuda pública)
El gobierno de José I suprimió algunas órdenes religiosas y vendió sus bienes y confiscó algunas rentas
Las Cortes de Cádiz, además de desvincular las tierras de la nobleza (disolución de los señoríos jurisdiccionales) proyectaron la supresión de órdenes monacales con la misma intención
Con la vuelta de Fernando VII la cuestión se paralizó y se devolvieron la mayor parte de las tierras que habían sido expropiadas hasta el momento
En el “trienio liberal”, se suprimieron los mayorazgos y se dictó la “ley de monacales” por la que desaparecían la mayoría de las órdenes religiosas y sus bienes fueron subastados a particulares, pero el retorno del absolutismo dejó de nuevo en suspenso los decretos.
En resumen, hasta Mendizábal, la desamortización se había hecho “a trompicones” (COMELLAS), de acuerdo con los bandazos políticos, deshaciéndose en los periodos realistas lo que se había hecho en los liberales.
En 1836 se suprimieron definitivamente los mayorazgos y en 1837 se puso en práctica la Ley de Señoríos. Supuso desamortización señorial”, que convertía las tierras señoriales en propiedad particular y libre, pero que no implicaba la incautación de las mismas por el Estado.
DESAMORTIZACIÓN ECLESISASTICA DE Mendizabal: Mendizábal, desde la posición que le otorgaba el hecho de desempeñar los cargos de presidente del gobierno y ministro de Hacienda, es el principal responsable de la que es considerada la más importante ley de desamortización eclesiástica aprobada en España (1836), indispensable marco jurídico para llevar a buen puerto la reforma agraria a que hubo de enfrentarse la revolución liberal
En Febrero de 1836 se publicaba la primera de las dos grandes leyes desamortizadoras de la revolución liberal española y la que creó tanta polémica que se considera de desamortización por antonomasia.
Fue la más importante de todas (no sólo por su volumen y la rapidez con que se llevó a cabo, sino también porque a partir de ese momento la desamortización fue un proceso irreversible) y porque afectó a los bienes eclesiásticos. Ésta se plasmó en dos disposiciones; la primera suprimía las órdenes religiosas y nacionalizaba sus bienes; la segunda determinaba su puesta en venta.


Señora: Vender la masa de bienes que han venido a ser la propiedad de la Nación no es tan sólo cumplir una promesa solemne y dar una garantía positiva a la deuda nacional por medio de una amortización exactamente igual al producto de las rentas; es abrir una fuente abundantísima de felicidad pública; vivificar una riqueza muerta; desobstruir los canales de la industria y de la circulación; apegar al país por el amor natural y vehemente a todo lo propio; ensanchar la patria, y crear nuevos y firmes vínculos que liguen a ella; es, en fin, identificar con el trono excelso de Isabel II, símbolo del orden y de la libertad. No es, señora, ni una fría especulación mercantil, ni una mera operación de crédito (...); es el elemento de animación, de vida y de ventura para España. Es, si puedo explicarme así, el complemento de su resurrección política.
El decreto que voy a tener la honra de someter a la augusta aprobación de V.M. sobre la venta de esos bienes adquiridos ya por la nación, así como en su resultado material, ha de producir el beneficio de minorar la fuerte suma de la deuda pública, es menester que en su tendencia, en su objeto y aún en los medios por donde aspire a aquel resultado, se enlace, se encadene, se funde en la alta idea de crear una copiosa familia de propietarios, cuyos goces y cuya existencia se apoye principalmente en el triunfo completo de nuestras actuales constituciones.
Artículo 1º: Quedan declarados en venta desde ahora todos los bienes raíces de cualquier clase que hubiesen pertenecido a las comunidades y corporaciones religiosas extinguidas, y los demás que hayan sido adjudicados a la nación por cualquier título o motivo, y también todos los que en adelante lo fueren desde el acto de la adjudicación.
Artículo 2º: Se exceptúan de esta medida general los edificios que el gobierno destine para el servicio público o para conservar monumentos de las artes o para honrar la memoria de hazañas nacionales. (...)
En el Pardo, a 19 de Febrero de 1836 Decreto Real de 19 de Febrero de 1836

OBJETIVOS
1.-Remediar el déficit público, saneando la deuda y obtener los créditos necesarios para afrontar la guerra.
.2.-Obtener fondos para levantar un gran ejército (quinta de 100.000 hombres) que permitiese ganar la guerra a los carlistas.
.3.-Dar movilidad a la propiedad de la tierra y favorecer el acceso a ella de sectores burgueses que pudieses capitalizarla, modernizarla y revalorizarla.
.4.-Crear una clase de nuevos propietarios agrícolas vinculados a la causa liberal y que le servirían de apoyo. En ese sentido hay que destacar que la desamortización vino precedida de una reforma histórica, la supresión de la Mesta (fundada en Castilla en 1273), la asociación de ganaderos que había garantizado durante más de 500 años el predominio de los intereses de los propietarios de rebaños trashumantes (nobles) sobre los derechos agrícolas de los campesinos.
.5.-“Castigar” a la Iglesia por su apoyo al carlismo
El sistema de venta fue el de subasta, con el objetivo de obtener los mayores ingresos posible, por lo que la mayor parte de las tierras fueron acaparadas por los terratenientes y burgueses que eran lo únicos que en ese momento podían tener cierta liquidez.
Además, como la división de los lotes se encomendó a comisiones municipales, éstas se aprovecharon de su poder para hacer manipulaciones y configurar grandes lotes inasequibles a los pequeños propietarios, pero sufragables en cambio por las oligarquías muy adineradas, que podían comprar tanto grandes lotes como pequeños. Los labradores no pudieron entrar en las pujas y las tierras fueron compradas por nobles y burgueses adinerados, de forma que no pudo crearse una verdadera burguesía o clase media en España que sacase al país de su marasmo.
Los terrenos desamortizados ahora por el gobierno fueron exclusivamente eclesiásticos, principalmente aquellos que habían caído en desuso. A pesar de que expropiaron gran parte de las propiedades de la iglesia, ésta no recibió ninguna compensación a cambio. Por esto la iglesia tomó la decisión de excomulgar tanto a los expropiadores como a los compradores de las tierras, lo que hizo que la gente no se decidiera a comprar las tierras y que hubiese que rebajar el precio.
El Estado suele recurrir a los títulos de Deuda Pública para compensar la diferencia entre gastos e ingresos. Estos títulos son documentos que acreditan que el comprador ha prestado al estado ese dinero y por lo cual el estado no solo debe devolverlo en el plazo fijado, sino además pagar unos intereses por ello. En toda la historia de España el recurso de los títulos de deuda pública ha sido muy utilizado por sus gobernantes. En el siglo XIX las innumerables guerras (independencia, colonial, carlista...) hicieron aumentar considerablemente la deuda pública y poner en graves aprietos al Estado.
En este contexto hay que entender el proceso desamortizador del siglo XIX.
El sistema de venta puede justificarse por la urgencia de la guerra y la desesperada situación de la Hacienda Pública, pero también hay que precisar que la Desamortización no pretendió ser en ningún momento una reforma agraria con reparto de tierras a los campesinos, todo lo más, pretendió, tímidamente, la creación de una pequeña burguesía agraria, cosa que no consiguió.

Las ventas realizadas al precio medio de 223% sobre el valor de tasación, se realizaron a buen ritmo hasta 1844 en que, con los moderados en el poder decrecieron en su ritmo, hasta suspenderse en 1851 como consecuencia del Concordato.

La desamortización y la Iglesia

La iglesia española era la institución que más propiedad vinculada poseía y además fue la más afectada por este proceso desamortizador. Las relaciones de la Iglesia y el Estado pasaron por momentos muy críticos hasta que Narváez firmó con el Vaticano el Concordato, en 1851, por el cual la Iglesia asumía la desamortización, pero el estado dejaba en manos de la Iglesia la educación y sufragaba sus gastos. Este argumento se esgrime en la actualidad todavía para justificar que el Estado, en la práctica, siga manteniendo a la Iglesia católica. No obstante, las relaciones entre un sector de la Iglesia católica española y el liberalismo más radical se irían enturbiando progresivamente, dando lugar a ese anticlericalismo de gran parte de la izquierda española y a ese antiliberalismo de otra parte de la Iglesia católica, que tanto ha marcado la historia de España.
El papel de la Iglesia en el Estado Liberal
 : La desamortización de sus bienes sirvió para que dejara de ser un estamento del Antiguo Régimen y para que, paulatinamente, se adaptara a desempeñar un nuevo papel en el nuevo Estado liberal. No podrá ser una clase social dentro del esquema de la sociedad de clases, pero siguió manteniendo una importante influencia en un Estado que se reconocía en todas sus constituciones católico y confesional..
    El excesivo número de clérigos disminuyó desde 200.000, en 1800, a 60.000, en 1860. Esta disminución afectó, sobre todo, al bajo clero, el más proclive a apoyar al carlismo, con lo cual ambas fuerzas irán debilitándose.
    Privada de sus riquezas, de sus enormes posesiones, la Iglesia perdió parte de su importancia y, sobre todo, de su autonomía pasando a depender por completo del Estado liberal-burgués. El Estado se comprometió a devolver a la Iglesia el valor estimado de sus propiedades expropiadas, nacionalizadas y vendidas durante las diferentes desamortizaciones. El procedimiento sería el de convertir a los clérigos en una especie de “funcionarios del Estado con sotana” que se mantendrían ahora gracias a los presupuestos del Estado, en concreto al fondo de “dotación del culto y clero” .
Vencido el absolutismo-carlismo en la primera guerra carlista, la Iglesia, sobre todo el alto clero, fue abandonando aquella ideología y acercándose a las posiciones liberales moderadas. El cambio está marcado por el Concordato de 1851  que “reconcilió” a la Iglesia católica con el Estado liberal y concedió a aquella un conjunto de privilegios en diversas esferas de la vida política y social: mantiene su influencia en la enseñanza, en la censura, en el púlpito, en las conductas....  El Estado protegía y financiaba a la Iglesia y ésta legitimaba el sistema político.


VALORACION DEL CONJUNTO

El proceso desamortizador afectó aproximadamente al 25% de la superficie cultivable española y con él la Hacienda pública obtuvo unos ingresos importantes que dieron un cierto respiro al déficit presupuestario
Sin embargo, los resultados pueden considerarse muy decepcionantes:
1.- Se desmanteló el poder económico de la Iglesia, pero los presupuestos del Estado se vieron recargados por el compromiso de financiar los gastos del culto y del clero. Además la tensión con el Vaticano se hizo muy fuerte con las medidas de Madoz que violaban los acuerdos del Concordato de 1851.

2.- Los Ayuntamientos, aunque inicialmente recibieron una buena cantidad, a la larga quedaron sin recursos y hubieron de prescindir de servicios como médicos y maestros. Pasaron a depender económicamente de la Administración Central


3,.- La mayor parte de las tierras pasaron a manos de nobles y burgueses, especialmente en la primera fase. Es decir, reforzó la antigua clase latifundista y creó otra de carácter urbano y burgués. Con lo cual, Mendizábal consiguió ganarse la adhesión de los grandes propietarios. En la desamortización municipal la participación en la compra de los pequeños propietarios rurales fue más elevada.

4.- En conjunto puede decirse que no se pretendió la realización de ningún tipo de reforma agraria sino conseguir dinero para los planes del Estado, aunque a medio y largo plazo sí contribuyó a aumentar el volumen general del producto agrícola.

5.- Los campesinos humildes, sobre todos los pequeños arrendatarios de las tierras de la Iglesia y de las “de propios” salieron muy perjudicados. Muy pocos pudieron acceder a una parcela y la mayoría pasó convertirse en jornaleros (proletarización del campesinado). Las familias más pobres que vivían de las tierras comunales quedaron sin recursos de ningún tipo.
Esto hizo que se agravasen, en general, las condiciones de vida del mundo rural y que se estimulase el “rencor” de los campesinos hacia el liberalismo.
Los campesinos humildes, sobre todos los pequeños arrendatarios de las tierras de la Iglesia y de las “de propios” salieron muy perjudicados.
Las condiciones de explotación se convertían en elemento constante de inestabilidad: los pequeños arrendatarios y jornaleros vivían amenazados por la ruina y la miseria, condenados al paro estacional. Esta situación fue generando tensiones que aumentaron conforme aumentaba la conciencia proletaria y se gestaban las organizaciones obreras en el campo.Esto hizo que se agravasen, en general, las condiciones de vida del mundo rural y que se estimulase el “rencor” de los campesinos hacia el liberalismo

6.- Desde el punto de vista económico, la deuda pública fue recortada, y el Estado pudo sanear la Hacienda.
Pero la mayor parte de los capitales españoles quedaron “enterrados” literalmente, es decir convertidos en tierra y, por tanto, no pudieron acudir a otro tipo de inversiones más productivas y con más futuro como la industria, la minería o el ferrocarril.

7.- En definitiva, aunque las consecuencias de la obra desamortizadora siguen todavía en discusión, puede afirmarse que, no solamente no propició un más equitativo reparto de la propiedad territorial, sino que tampoco contribuyó a la modernización económica de España; es más, algunos consideran al proceso de desamortización y, sobre todo, a la forma en que se realizó, responsable de una parte importante de la culpa del fracaso de la industrialización española.

8.- Con todo, se produjeron algunas mejoras para la agricultura: una rápida ampliación de las tierras cultivadas, a costa sobre todo de tierras marginales (bosques, zonas de pastos, yermos), y, paralelamente, de la producción agraria centrada sobre todo en los cereales, la vid y el olivo como consecuencia de cierta especialización de los cultivos según las peculiaridades climáticas de cada zona.


9.- Como resultado de las desamortizaciones muchos conventos e iglesias de valor artístico fueron abandonados o echados abajo y ahora han desaparecido o, en el mejor de los casos, son una ruina; igualmente, muchos libros y bibliotecas conventuales se dispersaron y sus libros fueron a parar en su mayor parte a las bibliotecas públicas de la época.

CONCLUSIÓN


Pese a sus insuficiencias y errores, las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz cambiaron de forma radical la situación del campo español. Baste con señalar que afectaron a una quinta parte del conjunto del suelo.
Pero, lamentablemente, el atraso técnico y el desigual reparto de la propiedad de la tierra siguieron siendo problemas clave de la sociedad y la economía españolas.
Los resultados de la desamortización explican porque la nobleza, en general, apoyó al liberalismo, y porque muchos campesinos se hicieron antiliberales (carlistas), al verse perjudicados por las reformas.
En definitiva, aunque las consecuencias de la obra desamortizadora siguen todavía en discusión, puede afirmarse que, no solamente no propició un más equitativo reparto de la propiedad territorial, sino que tampoco contribuyó a la modernización económica de España; es más, algunos consideran al proceso de desamortización y, sobre todo, a la forma en que se realizó, responsable de una parte importante de la culpa del fracaso de la industrialización española.
No se puede decir que el problema agrario español se iniciara con la desamortización, pero si que lo agravó y lo consolidó. La desaparición de los bienes comunes y la aparición de grandes latifundios demandantes de mano de obra barata hizo aparecer a una gran masa de jornaleros
Ello a su vez tuvo dos consecuencias: por un lado, el escaso poder adquisitivo de estos jornaleros ralentizó el proceso de industrialización español y, por otro, sus malas condiciones de vida dan lugar al inicio de sublevaciones y levantamientos en el campo español. Unas insurrecciones campesinas, más violentas y menos organizadas que las industriales, que van a caracterizar buena parte de nuestra historia contemporánea

EL PROCESO DE DESAMORTIZACIONES

La desamortización (eclesiástica)
de Mendizábal (1836)

Objetivos de la desamortización de Mendizábal.

  • Obtención rápida de capitales para enjugar la cuantiosa deuda estatal.
  • Disponer de efectivo suficiente para poder poner sobre las armas a unos 100.000 hombres, uniformados y debidamente alimentados para incorporarse a la lucha contra los carlistas.
  • Atacar el poder económico y la influencia social de la Iglesia Española sometiéndola a la autoridad del Estado Liberal.
  • Crear una amplia clase de campesinos propietarios, favorables al liberalismo, que resultaría de la venta de las tierras de la Iglesia en lotes.
  • Presentar a Mendizábal como un líder del liberalismo  y capaz de enfrentarse a la misma Iglesia.

El mecanismo de la desamortización de Mendizábal de 1836.

  • Decreto-Ley  (21-II-1836) de expropiación de bienes de manos muertas y conversión de los mismos en Bienes Nacionales.
  • Exclaustración de las comunidades religiosas con la excepción de aquellas que residen en Monumentos Nacionales exceptuados de las medidas desamortizadoras.
  • Declaración de lo expropiado como Bienes Nacionales pertenecientes al Estado y susceptibles de ser divididos y subastados.
  • Condiciones de la Subasta Pública de Bienes Nacionales.
  • Verificación de la subasta y entrega de títulos de propiedad a los ganadores de las pujas.

Consecuencias del proceso desamortizador.
  • El Estado se embolsa importantísimas cantidades de dinero aunque no tanto como esperaba, al permitir que parte del valor final de las pujas ganadoras no se haga en efectivo sino con los viejos "vales reales" y títulos de deuda pública que muchos burgueses y nobles.
  • El ejército soñado no puede formarse en su totalidad y ello influye parcialmente en la relativa impunidad con que las expediciones carlistas de 1836 y 1837 atraviesan el territorio liberal.
  • El poder económico de la Iglesia Española queda dinamitado y el Estado deberá comprometerse a sustentar a los miles de exlaustrados con un Presupuesto de Culto y Clero.
  • La clase media de campesinos propietarios no se logra pues éstos no pueden enfrentarse en las pujas a los nobles y ricos burgueses que cuentan con abundante efectivo y acaparan las fincas en las subastas. La reforma agraria sigue pendiente.
  • Mendizábal se consagra como líder progresista pero su estrella será rápidamente eclipsada por el General Espartero, ídolo de masas del progresismo español isabelino.
  • Los daños al Patrimonio son incalculabes e irreparables: pérdida o dispersión de bibliotecas y archivos monásticos, tráfico y venta fraudulenta de obras de arte, deterioro y ruina de iglesias y zonas artísticas.
  • Nobleza y burguesía se convierten en las clases rectoras de la España de Isabel II. Son los beneficiarios y triunfadores de la Guerra Carlista y de la Desamortización; la nueva élite.

La desamortización (civil) de Madoz (1855)


Aplicación .

  • Ley de 1 de mayo de 1855
  • Venta todas las propiedades del Estado, del clero, de las Órdenes Militares (Santiago, Calatrava, Montesa…), cofradías, obras pías, santuarios, del ex infante Don Carlos, de los propios y los comunes de los pueblos, de la beneficencia,…
  • Fue la que alcanzó un mayor volumen de ventas
  • Todos los partidos reconocen la necesidad de acabar con las manos muertas para alcanzar mayor desarrollo económico
  • Se suspendió la aplicación en 1856, reanudándose en 1858, siendo presidente O'Donnell, no cesando las ventas hasta fin de siglo, continuando a pesar de los cambios de gobierno.
  • El Estatuto Municipal de José Calvo Sotelo de 1924 derogó definitivamente las leyes sobre desamortización de los bienes de los pueblos y con ello la desamortización de Madoz.
Resultados

  • En 1867 se habían vendido 198.523 fincas rústicas y 27.442 urbanas.
  • El estado ingresó 7.856.000.000 reales entre 1855 y 1895, casi el doble de lo obtenido con la desamortización de Mendizábal
  • El dinero se dedicó al déficit del presupuesto, amortización de Deuda y obras publicas, reservándose 30 millones de reales anuales para la reedificación y reparación de iglesias.
  • De todo lo desamortizado, el 30% pertenecía a la iglesia, el 20% a beneficencia y un 50 % a las propiedades municipales fundamentalmente de los pueblos


2.2.b La Constitución progresista de 1837
Durante la Primera Guerra Carlista, tuvo lugar en 1836 la "Sargentada de la Granja". Los sargentos de la Guardia Real obligaron a la Reina Regente que descansaba en el palacio de la Granja a suspender el Estatuto Real y proclamar la Constitución de 1812.
María Cristina tuvo que llamar a los progresistas al poder con Mendizábal. Una vez en el gobierno, dándose cuenta de que la Constitución de 1812 era inaceptable para los moderados, iniciaron un proceso de reforma de la Constitución de Cádiz, buscando el compromiso con los moderados mediante una serie de concesiones.
El nuevo texto constitucional tuvo las siguientes características:
  • Se establecía, sin lugar a dudas, el principio de la soberanía nacional.
  • El Estado se organizaba siguiendo la división de poderes:
  • Cortes bicamerales: Congreso de los Diputados y Senado
  • Todas las leyes aprobadas por ambas cámaras
  • El Senado nombrado por el rey, tras elección de una terna por el cuerpo electoral.
  • Poder ejecutivo: el Rey.
  • Se recogían diferentes derechos individuales y libertad de imprenta.
  • No se prohibían otras religiones. El Estado se comprometía a subvencionar al clero expropiado con las desamortizaciones.

En 1837, fuera de la Constitución que no determinaba el tipo de sufragio, se aprobó una ley electoral que estableció el voto censitario masculino.



    1. La hegemonía moderada (1837-40)
Pronto se hizo patente el abuso de la Corona que nombraba ministros sin tener en cuenta las mayorías parlamentarias. Por otro lado, concluido el período constituyente se sucedieron dos hechos trascendentales: el ascenso del general Espartero, que venció a las tropas carlistas, y la victoria electoral de los moderados en 1837.
Los gobiernos moderados (finales de 1837/40) mostraron cada vez más sus críticas a la Constitución de 1837. Pretendían eliminar la Milicia Nacional, reducir el derecho a voto y limitar las libertades.La aprobación de una nueva ley moderada de ayuntamientos (por la cual los alcaldes eran designados por la Corona) fue el detonante de un nuevo movimiento revolucionario.
El movimiento revolucionario de 1840 fue organizado por los ayuntamientos progresitas y la Milicia Nacional. Se aclama como líder al general Espartero, que unió su liderazgo militar al político. La Regente viajó a Barcelona y le ofreció la presidencia del Consejo de Ministros pero al conocer su programa (disolución de las Cortes y suspensión de la Ley de ayuntamientos) la rechazó. El movimiento revolucionario se extendió por todo el país con el apoyo de la mayoría del Ejército. Cuando Espartero aceptó el programa de la Junta Revolucionaria de Madrid, María Cristina renunció a su Regencia y se exilió.


    1. La regencia de Espartero (1841-43)

La oposición de la Regente a la Ley de Ayuntamientos de 1840 (elección alcaldes y concejales) , unido a diversos problemas ligados a la vida privada María Cristina la forzaron a renunciar y a marchar fuera del país. En su ausencia se nombró a un nuevo Regente: el General Espartero (1841-1843). Durante su corta regencia, se aceleró la desamortización de los bienes eclesiásticos y se recortaron los fueros vasco-navarros. En definitiva, prosiguió el desarrollo del programa progresista para consolidar el Estado liberal.
Su caída fue predecible por:
1) División entre las propias filas progresistas entre radicales y moderados. Esta división se acentuó debido a la falta de tacto político de la Regente, que repartió los principales cargos entre sus amigos, favores que tambien realizó en el Ejército.
2) Política económica: continúa con la desamortización e intenta instaurar el libre comercio, lo que le enfrenta a los industriales textiles catalanes.
3) Política anticlerical: ruptura con la Santa Sede
4) Su carácter autoritario y militarista:
  • 1841: ante una insurrección moderada que desdeParís intentaba derrocarlo, Espartero reaccionó ejecutando a sus líderes Montes de Oca y Diego de León.
  • 1842: revuelta en Barcelona motivada por: conflictivas relaciones en el seno de la industria textil algodonera, asociacionismo obrero, anuncio de la firma del tratado librecambista con Inglaterra engendró grandes protestas en Barcelona que fueron duramente reprimidas, extensión entre los obreros del ideario republicano.
La desmesurada respuesta de Espartero (bombardeó Barcelona) y la represión indiscriminada acrecentó su impopularidad y causó la ruptura en las propias filas progresistas
Finalmente, una sublevación militar organizada por los  moderados, a la que se unieron algunos progresistas, precipitó el fin de la Regencia de Espartero, ocasión que es aprovechada por Narváez, un general conservador para dar un pronunciamiento militar. Espartero se retira. Para salir del impasse político en el que se hallaba el país, las nuevas autoridades aceleraron,  pese a tener solo catorce años, la coronación como reina de Isabel II.

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